Por: Lic. Andrés Antonio Gomes/Nutricionista-Dietista UCV
En los últimos años se ha incrementado la preocupación de
la población por consumir alimentos “más saludables”, los individuos hoy en día
buscan alimentarse de manera sana y tiene conciencia del efecto que causa la
comida sobre su cuerpo y salud.
Vale la pena destacar que dentro de las primeras causas
de muerte a nivel mundial se presentan enfermedades crónicas degenerativas como
la diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, por mencionar algunas,
todas ellas poseen una relación directa con la alimentación y el estilo de
vida, razón por la cual se han desarrollado productos que además de
proporcionarnos nutrientes y energía para vivir, nos den un beneficio extra
para el cuidado de la salud, tal es el caso de los alimentos funcionales.
El término Alimento Funcional fue propuesto por primera
vez en Japón en la década de los 80’s con la publicación de la reglamentación
para los "Alimentos para uso específico de salud" ("Foods for
specified health use" o FOSHU) y se refiere a aquellos alimentos que contiene un componente, sea o no un
nutriente, que afecta una o varias funciones del organismo en forma específica
y positiva, promoviendo un efecto protector que va más allá de su valor
nutritivo tradicional.
Según la Comisión Europea a través del Códex Alimentarius ha desarrollado
una serie de puntos que los identifican:
·
Se trata de un
alimento o ingrediente convencional o de consumo habitual.
·
El principio o
componente activo que convierte a un alimento en funcional está de forma
natural en el alimento.
·
Tiene efectos
beneficiosos demostrados en determinadas funciones orgánicas, más allá de su
valor nutricional.
·
Tiene algún
efecto beneficioso demostrado sobre la salud, bienestar o reducción del riesgo
de enfermedad o mejora de la calidad de vida. Aquí se incluye el rendimiento
físico, el psicológico o el conductual.
Los componentes de los alimentos funcionales más
difundidos se mencionan a continuación:
Los probióticos: son microorganismos vivos o bacterias benéficas
(bífidobacterias y lactobacilos) que conforman la flora intestinal humana, que
consumidos en cantidades suficientes producen un efecto positivo para la salud,
contribuyen a disminuir la concentración de sustancias potencialmente
cancerígenas en el intestino, se encuentran en bebidas que tienen leche
fermentada como el yogurt.
Los prebióticos: son fibras naturales que favorecen el crecimiento de las
bacterias benéficas en el intestino, están presentes en alimentos como cebolla,
ajo, avena, espárragos por mencionar algunos.
La fibra dietética: corresponde a aquellos componentes de origen vegetal que
no son digeridos, es decir, son carbohidratos no digeribles, que al fermentarse
en el intestino producen efectos benéficos como estimular el movimiento
intestinal y por lo tanto pueden prevenir el estreñimiento; además tienen
efectos benéficos a nivel de los lípidos o la grasa y el azúcar o glucosa en la
sangre, ya que consumida en cantidades suficientes pueden disminuir las
concentraciones de ambos factores.
Los fitoquímicos: como su nombre lo indica con compuestos químicos
naturales, que se encuentran en alimentos de origen vegetal como verduras,
frutas, oleaginosas, entre otros, que tienen funciones tan especificas como
retardar el envejecimiento celular, combatir los efectos de los radicales
libres (moléculas que provocan efectos negativos a la salud) y que en suma
pueden reducir los riesgos de ciertos tipos de cáncer.
Los fitoestrógenos: son componentes de origen vegetal (isoflavonas) que su
estructura es muy parecida a la de los estrógenos, razón por la cual se
fundamenta sus beneficios, ya que consumidos de forma suficiente pueden
combatir los síntomas de la menopausia, además pueden disminuir el riesgo de
presentar osteoporosis y ciertos tipos de cáncer (mama y próstata). La
principal fuente de fitoestrógenos en la alimentación son las leguminosas
especialmente la soya.
Los omega 3: son un tipo de grasa que el cuerpo no produce y que se
deben ingerir a partir de los alimentos, tienen funciones importantes a nivel
del sistema cardiovascular, ya que tienen el efecto de disminuir las
concentraciones de colesterol “malo” en la sangre, sus principales fuentes es
de origen marino como los pescados de agua fría (salmón) y también lo
encontramos en aceites vegetales como el de soya, en las espinacas y el
aguacate.
Debemos estar conscientes que los alimentos funcionales
no son el “remedio” para los malos hábitos de alimentación, si se pretende
lograr un beneficio protector para la salud, su consumo siempre debe estar
acompañado de una dieta equilibrada y la realización de ejercicio físico
regular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario